jueves, 20 de marzo de 2008

TIFON


Daniel Guzmán se llamaba Tifón. Ése era el nombre de guerra que le llevó a una temprana fama. La firma que estampaba en graffitis que eran el rastro visible de unos años salvajes que, hoy, son su paraíso perdido: "Era muy conflictivo. Siempre me ponía en la piel de otro. Luchaba contra la monotonía, contra lo establecido. Había riesgo, ilegalidad y mucha incertidumbre en esa vida de graffitero. A veces trabajaba en sitios donde te jugabas la vida, o tenía que irme corriendo de una estación de metro a otra escapando por las vías, porque me perseguían o me iban a dar una paliza, o me iban a denunciar o se iban a enterar mis padres. No tenías dinero y conseguías el material como fuera. Te metías en muchos líos. Fue una época preciosa. Era un tío libre".

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